Más teoría, por favor

“El aula no es solo el aula. El aula es la suma de todos sus elementos: todos y cada uno de los alumnos y sus circunstancias -también las que los rodean fuera de ella- el espacio físico y sus limitaciones, la disponibilidad o no de los recursos educativos que se precisan en ella… y el docente en su complejidad, y en su relación con otros docentes y con la Administración.”

Toni Solano (2023). Aula o Jaula 

Ser docente es una manera de estar en el mundo. Una forma de vida, diría el filósofo Pierre Hadot.

Parafraseando al mismo Hadot (La filosofía como forma de vida, p. 168), podemos ver la docencia como una elipse con dos polos: el polo del discurso y el polo de la acción, de manera que no hay verdadera docencia si no nos movemos constantemente alrededor de estos dos polos. Por eso están en lo cierto quienes reclaman que lo que nos falta en educación es hablar menos y hacer más; pero también quienes sostienen que lo que la educación necesita es menos activitis compulsiva y más teoría.

La teoría que necesitamos no es una teoría sacralizada que divida en bandos opuestos a sus seguidores; ni una teoría entendida como una suerte de reglamento escrito sobre piedra que nos automatiza y nos aleja del cuestionamiento y la crítica; ni siquiera, aunque sea útil, una teoría entendida como un vocabulario que nos permite nombrar lo que pasa; sino una teoría que nos permita pensar lo que nos pasa a diario en las aulas, en las relaciones educativas y en los centros educativos. Una teoría entendida como pensamiento.

Cuando decimos que a la educación le falta teoría no es para dar entrada a viejos manuales descontextualiados pero llenos de respuestas, sino para poder abordar los múltiples retos educativos actuales desde una mirada profunda y situada que interroge, una y otra vez, acerca del sentido (o lo sentidos) de la educación. Lo que necesitamos es una teoría que nos ayuda a pensar, una teoría que pregunta, duda, sospecha y nos invita a desnaturalizar la realidad cotidiana. Ante la complejidad creciente de la educación lo que necesitamos no son recetas prácticas sino capacidad para problematizar lo que hacemos.

«Una práctica sin teoría, decía Silvia Bleichmar y citaba Mari Carmen Díaz Navarro en Márgenes, revista de educación de la Universidad de Málaga (Márgenes, 2 (1), 2020), deja a la gente totalmente desprotegida para pensar”. A lo que podríamos añadir que “una teoría sin práctica nos deja limitados a desconocer si hay alguna verdad o no en la formulación de los planteamientos”.

El pasado 13 de octubre, arrancamos la tercera temporada del ciclo Extender el Derecho a la educación, de la Institución Libre de Enseñanza, bajo el título Entreabrir la escuela, y con la convicción de que uno de los desafíos más interesantes de nuestro tiempo consiste en repensar y desarrollar nuevas formas de educación que garanticen el derecho al aprendizaje más allá de unos espacios concretos, las instituciones educativas o las aulas, y de unos tiempos, los de la educación formal, y de currículos o programas formativos extremadamente estandarizados.

Necesitamos una escuela que deje entrar a otros actores; que conecte aprendizajes, trabaje por proyectos, mezcle disciplinas, aulas, niveles y alumnos; una escuela que fomente la interacción y las relaciones.

Para conversar sobre estos temas invitamos a Melina Furman y Pepe Menéndez, dos grandes referentes de la educación iberoamericana, dos personas profundamente comprometidas con la educación y la transformación de los procesos educativos.

Los dos encarnan a la perfección la imagen del docente que vive entre el polo del discurso y el polo de la acción. Los dos tienen una enorme capacidad para transitar y vincular el pensamiento con la práctica, la teoría con el hacer. Acompañarles en la reflexión no nos lleva a un callejón sin salida, sino que nos propone siempre posibilidades reales e inspiraciones alcanzables que diría Axel Rivas. Acompañarles nos lleva no solo a la idea de transformación, sino también a la práctica de la transformación.

Os dejo con la conversación que mantuvimos con Melina y Pepe. Espero que os guste.