Cultura digital/Educación

La formación online va hacia su esencia que es la desaparición

En 1969, en un momento de cuestionamiento general del orden establecido y de profunda transformación; en un momento de intenso debate educativo en el que se plantearon temas que nos suenan actuales pero que tiene más de cuarenta años como son el aprendizaje a lo largo de la vida, el aprender a aprender o el aprender haciendo; en un momento en el que no solo la educación sino la cultura en general, las artes plásticas, el cine y la literatura lideraban y abanderaban los movimientos críticos y socialmente más transformadores, el escritor y crítico francés Maurice Blanchot pensando sobre el futuro de la cultura y respondiendo a la pregunta de a hacia dónde se encaminaba la literatura, dijo: “La literatura va hacia sí misma, hacia su esencia que es la desaparición”.

Hoy, en otro momento de profunda transformación en todos los ámbitos, desde nuestra vida privada a la gestión de lo público, desde los entornos de lo común hasta las más agresivas corporaciones privadas; en un momento sin un claro liderazgo intelectual y en el que también la educación, una vez más, siente el peso de su historia, la presión del presente y la incertidumbre del futuro. En un momento en el que desde muchos sectores y, muchas veces, desde ámbitos opuestos se demanda un cambio que nos permita adecuar la educación a la sociedad altamente digital y en red en la que vivimos y, en un momento, por último en el que muchos han querido ver en la formación online la tabla de salvación e incluso la palanca de esta transformación, permítanme que, salvando las más que evidentes diferencias, parafrasee a Blanchot y, responda a la pregunta de hacia dónde va la educación, o más concretamente hacia dónde va la formación online, afirmando que ésta va hacia sí misma, hacia su esencia que es la desaparición.

Viejas bombillas por Darren Harmon

Viejas bombillas por Darren Harmon

Decir que la formación online desaparecerá en breve es lo mismo que apostar por la desaparición de todo lo online como tal. Y esto es simplemente atenerse a los hechos. Es, tan sólo, enunciar en voz alta lo que ya es una realidad, que no existen dos mundos separados. Que vivimos en un mundo digital o al menos tan digital como analógico. Que no tiene sentido hablar de un mundo virtual e intangible y de otro físico y concreto, del hiperespacio y de nuestro barrio. Que no existen dos mundos paralelos. Que ambos se superponen y se entrelazan hasta conformar una sola realidad hecha tanto de objetos físicos como de objetos digitales. Lo que somos, lo que hacemos, nuestras vidas y nuestros negocios son el complejo resultado de un intenso proceso de hibridación. Abundan los ejemplos que muestran la realidad como un proceso de mezcla y relación. El camino además se está transitando en ambos sentidos. Si unos exploran los territorios de lo digital desde los ámbitos de lo presencial o lo convencional, no son pocos tampoco los que han iniciado el camino contrario, desde lo puramente digital y online hacia lo físico, lo local, lo situado, el territorio y lo corpóreo. E igual que el mundo está cada día más globalizado también es cierto que cada día está más “localizado” y que lo digital no solo nos homogeneiza y nos permite acceder a lo lejano sino que también visibiliza lo diferente y modifica lo cercano.

Las iniciativas hacia lo online que en el entorno de la educación han surgido en los últimos 10 años (los MOOCs son la última de una larga lista) no son sino otro ejemplo más de los procesos de transformación digital que ya hemos experimentado en otros ámbitos como la banca, el turismo, el ocio, la salud, la comunicación o las relaciones sociales. Lo online, lejos de ser un constructo aparte o una amenaza es una realidad que tenemos que integrar de manera natural. Lo online, además, no es sinónimo de digital. No son lo mismo. La desaparición de lo primero no implica la desaparición de lo segundo. En los próximos años, la formación online desaparecerá como tal, desaparecerá como un objeto independiente pero la Educación con mayúsculas será digital o no será, independientemente de que ésta suceda en entornos presenciales, online o como una combinación de ambas.

Escuela de primaria de la universidad de Iowa. 1931

Escuela de primaria de la universidad de Iowa. 1931

Digitalizar la educación no es “virtualizarla” ni hacer lo mismo de siempre pero online. Digitalizar la educación es hacerla relevante para nuestra sociedad digital y en red. Algo que no tiene mucho que ver, en general, con lo que hoy denominamos formación online. Salvo algunas excepciones, no encontraremos nada destacable en términos de innovación docente en la actual formación online, dominada en su mayor parte por cerrados y rígidos LMS (Learning Management Systems). La necesaria innovación sólo surgirá cuando pongamos las TIC al servicio de nuevas formas de aprendizaje abierto y colaborativo en lugar de poner el aprendizaje al servicio de las tecnologías. La transformación digital llegará cuando rompamos la actual dependencia con los departamentos de Sistemas. Cuando liberemos la Red del gueto en el que la hemos encerrado en los últimos años en aras de la seguridad y el control. Digitalizar la educación supone desarrollar entornos abiertos, creativos e innovadores de aprendizaje que incorporen y aprovechen en todo su potencial la Red y las TIC para innovar y modernizar el aprendizaje y la prácticas docentes. Digitalizar la educación no consiste en tecnificar sino en escolarizar la tecnologías.

8 dimensiones para el aprendizaje innovador. Horizon Report 2014

8 dimensiones para el aprendizaje innovador. Horizon Report 2014

Educar en la era digital es sinónimo de alumnos que aprenden a vivir con la Red y en las redes, que aprovechan al máximo las oportunidades de aprendizaje que brinda la Red. Alumnos que aprenden a ser ciudadanos competentes en red, con las redes y en la Red. Para adaptarse a las necesidades de la sociedad actual, las universidades deben flexibilizarse y desarrollar vías de integración de las TIC en sus procesos de formación. Deben abordar la transformación vinculando simultáneamente las tecnologías de aprendizaje, las aproximaciones pedagógicas, los procesos y los cambios organizativos.

Y una buena manera es hacerlo desde las 8 dimensiones claves definidas por Bocconi, Kampylis y Punie en su “Modelo de entornos educativos creativos”: 1. Contenido y currículum (teniendo en cuenta cosas como la inteligencia emocional, la transdisciplinariedad o los Recursos Educativos Abiertos); 2. Evaluación y seguimiento (nuevas formas de evaluar, evaluación entre pares, relación entre educación formal e informal); 3. Metodologías de aprendizaje (aprender explorando, creando, jugando, autorregulado, personalizado, aprendizaje entre pares); 4. Prácticas docentes (la importancia de los llamados soft skills, fomento del talento, los aprendizajes múltiples, inteligencias múltiples); 5. Gobernanza y gestión (calidad, horarios, servicios innovadores); 6. Liderazgo y valores (gestión innovadora, emprendimiento social); 7. Conectividad (conexión con el mundo real, redes sociales, eventos de aprendizaje); 8. Infraestructuras (TIC, espacios físicos).

Y desde estos 28 parámetros (imagen de arriba) que nos permiten cuestionarnos y abordar los profundos cambios necesarios para transformar la educación para adecuarla a la era digital. Cambios que pasan por preguntarnos sobre los qué, los cómo, los dónde y los cuándo aprendemos. Cambios que deben tener en cuenta cosas como el autoaprendizaje, la horizontalización de los procesos, la crisis de autoridad, el viaje desde la autoridad presumida a la credibilidad colectiva, la diversidad y la personalización, la pedagogía descentralizada, la educación abierta, la educación conectada, el aprendizaje en red, el aprendizaje como una cuestión de conectividad e interactividad, el lifelong learning, la privacidad, la protección de los datos de los estudiantes y el comportamiento ético en la Red.

Y quizás, después de recorrer este camino, si alguien vuelve a preguntarnos hacia dónde va la educación, podamos responder como Blanchot, la educación va hacia sí misma, hacia su esencia que es la desaparición.

Nota: De estos temas estuvimos hablando el pasado 5 de marzo en la Facultad de Periodismo de la Universidad de Castilla la Mancha. Dejo aquí la presentación que utilicé.

14 pensamientos en “La formación online va hacia su esencia que es la desaparición

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  6. Reblogueó esto en TIC, TAC, TEP: Aprender en el siglo XXIy comentado:
    Un título rompedor para llamar nuestra atención. Pero una reflexión bien escrita y muy acertada. Es cierto que muchas veces la educación online actual está muy limitada por las plataformas, por los procedimientos, por los presupuestos… Por si sola no tiene sentido, pero es parte de algo mucho más grande. A lo que apunta Carlos Magro tan atinadamente, es a que vivimos un proceso de transformación que engloba todos los ámbitos de nuestra vida, no podemos reducirlo al ámbito educativo nada más. Nuestra sociedad está cambiando, y la forma de educar no puede estar tan alejada de la forma en que hacemos todo lo demás.
    «Digitalizar la educación es hacerla relevante para nuestra sociedad digital y en red.»
    Y volvemos a lo de siempre: las tecnologías deben estar a nuestro servicio, no al revés:
    «La necesaria innovación sólo surgirá cuando pongamos las TIC al servicio de nuevas formas de aprendizaje abierto y colaborativo en lugar de poner el aprendizaje al servicio de las tecnologías.»
    No es fácil, pero por lo menos ya lo vamos intuyendo, ya vamos viendo intentos de romper esta dinámica, como los MOOC, el desarrollo de PLEs, las iniciativas de grupos formados por individuos que comparten intereses, ideas, propuestas, que observan lo que se hace en otras latitudes más «avanzadas» en esta línea de pensamiento y acción para ver cómo se puede empezar a trasladar a nuestra circunstancia. Lo difícil es institucionalizarlo, o rentabilizarlo desde la perspectiva de una empresa. Poco a poco.

    No quiero olvidar, tampoco, que cuando te sientes «tan conectado», a veces olvidas que todavía en España hay muchas personas que están fuera, para las que la brecha digital es dolorosamente visible cada vez que desde las instancias «conectadas» les cierran los caminos tradicionales (se supone que en aras de la comodidad para el usuario, pero en realidad, si se convierte en obligación, se ve que la intención es puramente económica). No les olvidemos, por favor.

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  10. Gracias Carlos! Me alegran estas reflexiones que ponen en contexto la educación (y la vida). Mirando desde la perspectiva que nos aportas, podemos ir viendo como nos autoengañamos continuamente creando formas rígidas de aprendizaje (plataformas online p.e) que no encajan con la esencia cambiante y abierta del aprendizaje humano.

    Mi aportación es un mirar más hacia la vivencia y lo interno. Ya que solo desde las superficies de lo objetivo, los sistemas, las formas o los muchos «cómos»… todo se nos vuelve complejo y fragmentado. Las formas son importantes, pero también lo es el fondo, que es la experiencia y el significado. ¿Quien soy yo como humano que aprende? ¿Qué necesito para sentirme pleno? ¿Por qué me uno a tí? Esto es lo que más me gusta de la blogosfera y todos nuestros debates, que juntos vamos creando nuevos significados compartidos, una nueva cultura humana y la tan deseada unidad en la diversidad… Al final vamos cambiando, como personas y como nosotros, en lo sutil y esencial… también desapareciendo…

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